Cordoba en Madrid, capital de España
EL RAYO QUE NO CESA
Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado
fulgentemente caido,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón
y mi corazón con canas.
Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como luna a la aldea.
¿Recojo con las pestañas
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará mi pesar eterno.
Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.
Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado
fulgentemente caido,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón
y mi corazón con canas.
Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como luna a la aldea.
¿Recojo con las pestañas
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará mi pesar eterno.
Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.
Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.
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